La temprana cronología propuesta para este retablo en base a su proximidad al estilo gótico internacional lo sitúa en un contexto no demasiado conocido, lo que ha dado lugar a diversas hipótesis sobre su procedencia. Algunos autores lo relacionaron con los escasos retablos procedentes del foco de Brujas, mientras otros señalaron una proximidad con la obra del maestro de Hakendover, si bien no llega a identificarse con ninguna de estas obras. Aunque resulta mayoritaria la opinión que se inclina por considerar que la parte esculpida es obra de importación, Robert Didier sugirió que se trata de una interpretación hispánica de esas corrientes.
De hecho los materiales utilizados, tanto la madera de la caja, como el aparejo de la policromía, a base de yeso, nos incitan a contemplar como verosímil la realización local del retablo, a manos tal vez de un maestro flamenco asentado en la zona, lo que explicaría las semejanzas apuntadas.
La inscripción sobre el sepulcro, en el relieve del Santo Entierro, podría corresponder a alguna intervención posterior.