El retablo de la Pasión de Lekeitio muestra unas composiciones abigarradas, donde pese a distribuir los personajes escalonados en diferentes alturas, la impresión dominante es que apenas disponen de un espacio propio; incluso alguno de ellos llega a quedar parcialmente oculto, como sucede con el dispuesto tras la columna de la Flagelación. Otros detalles como la inverosímil postura del sayón que abre la comitiva en el Camino del Calvario, o la inexistente cabeza del caballo de Longinos, revelan las limitadas facultades compositivas del autor de estos relieves.
La caracterización de los figuras es reiterativa, particularmente en los personajes negativos: grandes ojos ovalados de párpados semicerrados, narices prominentes, cabellos y barbas apenas definidos, rasgos que revelan en general una factura descuidada.
Más esmerada son las figuras de la Magdalena o el espectador situado tras ella, lo que unido al encanto de los detalles anecdóticos, contribuyen a dignificar la obra.