Estos relieves se exponen en el Museo Diocesano de Bilbao desde el año 2004, cuando fueron cedidos por el Museo Vasco a cuya colección pertenecen. Ingresaron en ésta en 1921 (salvo el fragmento que lo hizo en 1936) mediante adquisición a unos particulares, constando en el correspondiente expediente como procedentes de la Parroquia de Santa Catalina de Gizaburuaga, aunque al menos desde 1899 ya no figuraban en el inventario parroquial.
Parece poco probable que esa fuese su ubicación original, ya que en el momento de su realización Gizaburuaga no disponía aún de iglesia propia, sino que contaría con una modesta ermita que pretendía segregarse de la parroquia de Lekeitio, lo que no lograría hasta 1519. No correspondiendo su iconografía a la advocación del templo, puede descartarse que se tratara de su primitivo retablo mayor y aún es menos factible, por las notables dimensiones que debió de tener en origen, considerarlo un retablo de altar secundario.