Al insertar la pieza en el retablo neogótico es evidente que se transformaron partes importantes de su arquitectura (pérdida de mazonería original, decoración, quizá puertas pintadas, etc.), además de otras intervenciones que pudiera haber tenido con anterioridad, como es el caso de la policromía ya descrita. La encarnación de Cristo tienen al menos dos repolicromados y se observan las consecuencias de una intervención de limpieza agresiva y poco rigurosa.