Son escasos los retablos de origen flamenco que ocupan sus calles laterales con tallas exentas en vez de los más tradicionales relieves narrativos, como el de las Navas de Pamplona o éste que nos ocupa.
La singularidad se incrementa en este caso al combinar entre esas imágenes un santo ajeno al colegio apostólico, San Antón (con las llamas y el cerdito a sus pies), con dos personajes descalzos que llevan sendos libros y reproducen modelos de un apostolado de origen bruselense, por lo que han sido identificados como San Pedro (con barba más corta y rizada) y San Pablo (de mechones más largos y ondulados).
Ajenos al proyecto iconográfico original son el duplicado San Antón y la imagen de Santiago, que además de tener un estilo diferente hubo de ser recortada para ajustarse al espacio disponible. Pudo sustituir a un Cristo Salvador, que se habría adecuado mejor a lo que hoy conservamos. En todo caso es de suponer que probablemente se trate de un retablo realizado por encargo.