En la actualidad el retablo de la Natividad de la Catedral de León cuenta con una única composición de gran tamaño que consta de dos planos con rasgos muy diferentes. En primer término, el pasaje de la Natividad-Adoración, donde las imágenes de bulto redondo de la Virgen y San José, dispuestas ante un fondo liso, no llegan a integrarse en un entorno definido por el cobertizo de grandes dimensiones que resguarda también las figuras del buey y la mula. Estos rasgos, inusuales en la retablística flamenca, sugieren una profunda modificación.
La parte superior, dedicada al Anuncio a los pastores, se ajusta mejor a ella, pues se trata de un altorrelieve con figuras casi exentas pero bien insertadas en un paisaje con numerosas referencias ambientales: rocas, árboles, arquitecturas… Con todo, la falta de conexión entre las dos mitades del relieve y el hecho de que en su base quedan a la vista partes sin trabajar confirman que en origen el aspecto del retablo debía de ser diferente.