El relato se reduce al episodio de la Adoración de los Reyes Magos, y sobresale por su vocación narrativa, muy evidente en la riqueza de detalles del bajorrelieve del fondo.
En primer plano las figuras protagonistas, con un volumen mucho más acusado: María, sedente, sostiene al Niño Jesús en su regazo quien tiende la mano al rey Melchor. Éste se postra ante el Salvador, y le corresponde acariciándole su pie. Gaspar y Baltasar, de pie, aguardan su turno en un término medio, mientras San José, contempla la escena desde un discreto lugar en el margen derecho.
Las referencias ambientales son sobresalientes. Contemplamos a espectadores curiosos que se asoman entre arquitecturas de gusto clásico y participan del evento. Los pajes y las monturas de la comitiva, la evocación del establo con el buey en un atrevido escorzo o un rebaño con su pastor mezclados con árboles y aves y otros elementos de la naturaleza, adquieren un papel muy relevante. El Padre Eterno preside desde el ático.