La profesora Périer d'Ieteren estima que en esta obra se aprecian características de distintos momentos de la producción del taller de los Borman. La simplicidad del perfil rectangular de su caja lo vincula a los retablos más tempranos como el dedicado a San Jorge (hoy en los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas) o el de Strängnas I, mientras la delicadeza de los brocados aplicados de su policromía es equiparable a la de piezas más tardías como Villberga o Vadstena.