El retablo se dispone encastrado en el muro, recercado por una chambrana tallada en piedra, delimitada entre pináculos y coronada por un calvario esculpido en madera. Esta disposición, verdaderamente excepcional en la producción flamenca, pudo inspirarse en algún precedente de la propia ciudad burgalesa. A causa de esta disposición el retablo fue concebido sin postigos, apartándose de la tradición nórdica, lo que le otorga una personalidad propia.
Su estructura consta de un banco, nítidamente delimitado por un guardapolvo calado, al igual que el cuerpo que a su vez se divide en tres calles y dos pisos. El compartimento central se reserva para un grupo escultórico, el del Camino del Calvario, que da título a la capilla, limitando a lo esencial su sentido narrativo. Los laterales, en cambio, se destinan a imágenes exentas en el cuerpo y efigies de los fundadores con sus patronos en el banco, aspectos una vez más singulares en la producción de retablos brabanzones esculpidos.