Las tallas del retablo sobresalen por la calidad y variedad de sus caracterizaciones: algunas muestran un semblante más sereno como la Santa María Magdalena o el San Juan Evangelista de las calles laterales frente al dramatismo del Cristo del Camino del Calvario, el Santiago apóstol o las Santas Mujeres del relieve de la Lamentación, pero siempre dentro de una expresividad contenida, interiorizada. Tampoco faltan imágenes dotadas de un carácter firme, como en los santos patronos del banco o el Cireneo, que fruncen el ceño con autoridad.
En todos los casos son remarcables la elegancia en los gestos y las actitudes, así como en el plegado de las telas, quebrado y rígido, pero sin los excesos propios de otras obras o la atención puesta en los detalles de tocados e indumentarias. Notable igualmente es la habilidad compositiva de los grupos de la calle central, reduciendo el número de personajes o la interferencia de elementos del paisaje en beneficio de la claridad del mensaje.