En su actual configuración el retablo de la Virgen de Belén consta de un banco con un apostolado distribuido a los lados de un sagrario y un cuerpo con tres calles, la central más elevada, donde se acoge a la imagen titular, coronada por un ático. Cada uno de los motivos principales de las tres calles se enmarca por una serie de relieves de menores dimensiones dispuestos a modo de arquivolta, sumando un total de veintiséis escenas.
La inclusión de estos pequeños relieves supone una verdadera innovación en el ámbito de los retablos esculpidos, inspirada sin duda en obras pictóricas como el tríptico de Miraflores de Van der Weyden (ahora en Berlín). Aunque será más habitual en los retablos elaborados en los talleres de Bruselas a partir de la última década del siglo XV, no se conocen otros ejemplos de esta cronología y en todo caso rara vez ocuparán el trazo íntegro del arco.
Como sugirió Bart Fransen parece más dudoso que el apostolado perteneciese originalmente al retablo.