El retablo de la Virgen de Laredo, pese a haber perdido su estructura arquitectónica original en una reforma del siglo XVIII, constituye aún una excepcional muestra de los retablos procedentes de Bruselas, y pertenece a un momento clave de su producción, a mediados del siglo XV, destacando por su innovador estilo, rica iconografía y sobresaliente calidad.